Elena Centeno y El Aquelarre contra la quema de pergaminos, por Omar Estrada
Elena Centeno y El Aquelarre contra la quema de pergaminos.
Por Omar Estrada.
Se dice que no hay un ser humano igual a otro con la misma ligereza con la que se afirma que todos somos iguales. El caso de Elena Centeno, como a mí me gusta llamarla, es una excepción ambas teorías. Digo que me gusta llamarla Elena porque en realidad ese no es el nombre con el que fue registrada a mediados de los años 90s. Este detalle ya es suficiente, para comprender por qué tengo abiertas en el ordenador cuatro semblanzas distintas de una misma persona ¿Cómo se escribe una semblanza sobre alguien que ha dinamitado e inspeccionado cada minuto de su existencia? Se me ocurrió poner: "Elena Centeno, alguien que ha vivido" y ni así abarcaba la magnitud del suceso y además había recibido por parte de ella la recomendación de no ponerme pretencioso. Los contactos previos a la entrevista fueron, más que corteses, una suerte de cortejo donde la cortejada y el cortejado iban cambiando papeles. Si –digamos, por un momento yo tomaba la iniciativa y le pedía ir a tomar algo e ir llegando alguna referencia, me respondía que en París ya era de noche…
Así que así es como empiezo esta semblanza. A sabiendas de que todo escritor (incluso los buenos) quedan a deber cuando escriben sobre aquellos que hacen las cosas de una manera extraordinaria. La primera pregunta que me hice no fue una pregunta que tuviera mucho sentido ni siquiera me atreví a planteársela; pero ¿Ella también, igual que un chico de provincias nacido diez años antes que ella, había jugado a ser alguien celebre frente al espejo?
Nuestro encuentro se ha pactado en Legendario, Speakeasy bar que en más de una entrevista Elena ha definido como una experiencia sui generis cada vez que abre sus puertas. Reflexiono un poco sobre eso. Se le ha preguntado mucho sobre lo que hace y sobre cómo lo hace; pero ¿la persona? ¿Una persona es eso a lo que se dedica y nada más? Me doy cuenta de que estoy nervioso. Legendario parece un decorado de cine. El ambiente, si hablara diría que todo va a ir bien. Que va a ir bien de ese modo en el que el bienestar no produce tranquilidad sino incógnitas. Quizá detrás de un cielo abierto a un día soleado le sobreviene una tormenta. Esto es la vida, me digo. Elena pasa dando indicaciones, sonríe y manotea como si fuese alguien capaz de mantener los hilos tensos y que a mayor tensión los hilos no se rompan sino que den más de sí. Resuelvo irme por las ramas, dar rodeos y que la búsqueda sea el tesoro. Una persona como Elena consume casi tanta energía como la que inyecta. Entre los otros incluye en primer orden a su equipo de trabajo, un grupo de chicas que me observa con recelo. Contra mi instinto vulgar protagonista cambio el foco de dirección hasta que se hacen las preguntas ¿Quiénes son ellas? ¿Qué podrían decirme sobre Elena?
He estado dando vueltas al interior de Legendario. Ya sé que no podré dar con la tecla exacta, para realizar una descripción minuciosa sobre la forma en la que se intervienen decoración y mobiliario. Entonces me centro en la barra, pido una cerveza y descubro mirillas, recuadros, de pequeños espejos que amplían la profundidad del lugar. El muro que custodia los quehaceres en la barra presume un catálogo de licores más propios de un sueño de Scott Fitzgerald que de un sueño de Juan Rulfo. Además las sillas posibilitan las opciones, uno puede mirarse dentro y fuera al mismo tiempo que observa las miradas que se cruzan entre Azucena y Emilia. Me decido por ir al baño y refrescarme un poco ¿Por qué quiero que alguien más hubiera tenido esta idea? Nunca antes escribí una semblanza. Ya me he lavado la cara, el tocador del baño tiene por corona una lámpara en forma de aureola angelical que me sienta bien. Al girarme escucho la voz de una mujer que llama mi atención. Suena con el temple necesario, para hacer pasar desapercibida su confusión y me recuerda alguien; pero no sé a quién.
Irán trabaja en Legendario hace tres meses, tiene veintidós años, no escatima en ideas y recuerdos, para hablarme de eso. Su propio nombre ha generado extrañeza ante los prejuicios de los demás y los suyos propios; pero su conversar es atento, eso me hace hablar más e improvisar una línea de investigación que no tenía preparada. Intensifico mi búsqueda por saber la forma en la que el equipo de chicas percibe a Elena. Le pido que responda con conceptos que relacione con el nombre de Dulce María y me responde alegría, diversión y rebeldía. Después me lanzo de cabeza y le pido hacer lo mismo con el nombre de Elena Centeno. Las palabras que Irán dice son la clase de palabras que uno no sabe muy bien lo que significan y sin embargo sí sabe identificar a quienes las representan: elegancia, sofisticación y poder. 22:00 horas. Ahora ya es la hora pactada, para mi entrevista con Elena. Irán quiere ponerme sobre aviso: Elena es muy talentosa. Cada uno de sus cocteles son mezclas que nadie se espera y la forma en la que se representa a sí misma, es la forma con la que rompe los esquemas. Eso es algo que vemos todos, nosotras como parte de su equipo de trabajo y la mayoría de los clientes que incluso se llegan a sentir afortunados. La humanización de alguien que se sobrepone tan bien a los límites-consecuencia de ser humano me empieza a parecer una tarea titánica de la que no seré capaz. Irán es ahora un poco mi enemiga.
Hola, Elena. Lo primero es agradecerte por la oportunidad de realizar un acercamiento distinto a tu persona y a tu trabajo. Lo segundo es advertirte que como entrevistador soy el peor. Tiendo a perderme en habladurías, falsas modestias y sobre todo –y lo más patético, a intentar quedar como el listo del intercambio de palabras.Con ese estúpido y premeditado saludo fue que di inicio a la entrevista que estaba por realizarle. Elena se lo tomó a bien, aunque con calma. Su gesto no fue el que yo esperaba inmediatamente después de darme cuenta de que acaba de decir una retahíla de palabras sin sentido. Por el contrario, la vi aligerar su postura, pidió un martini sucio y tarareo la canción que sonaba en ese momento Shape of my heart de los Backstreet Boys; pero toda aquella representación de la comodidad estaba por derrumbarse. Queriendo simular que yo me encontraba, tanto como ella, a sabiendas de lo que hacía y con suficiencia, me estiré para tomar el libro Lo Mejor de Life* que asomaba desde el final de la mesa. Abrí una página al azar y encontré la fotografía de un payaso riéndose a sí mismo frente a un espejo de camerino. Creo recordar que esa fotografía fue realizada por Eugene Smith; pero como sucede con el perro de Pavlov ese recuerdo ya no puede desprenderse de la voz de Elena al decirme, sin aviso:Yo también estoy en el mismo papel. Yo también pienso responder las preguntas con respuestas que me hagan parecer interesante. - Llevo mucho tiempo en ese lugar, mi amor-
Sí, ahora ya lo saben. Elena llama "mi amor" a aquellos que la entrevistan… ¡No! ¡Por supuesto que no! Está claro que Elena y yo tenemos una relación. Elena y yo estamos unidos desde hace cuatro meses y contando; pero yo me había propuesto que eso no afectaría mi objetividad como periodista, al contrario. Imaginen mi cara cuando apenas a la primera pregunta Elena había vencido toda mi estrategia ¿recuerdan lo que les conté al inicio? Todo estaba inquietantemente bien y ya no sería suficiente con beber cerveza. Pedí un gin tonic, para ese momento ya sonaba Dust in the wind de Kansas y yo quería regresar hasta la lejana provincia de la que –me decía, no debí haber salido jamás. Sé que puede parecer que derivo la atención de nuevo a mí; pero inmediatamente después fueron las palabras de Elena las que me justificaron "es como cuando tú y yo teníamos un dilema parecido y en vez de que yo opinara sobre tu situación sacaba a relucir mi propia situación.Sí, sé que parece inventado; pero no se queden en la superficie. Yo le había preguntado -¿Sientes que -cada vez más- la gente espera a que termines de hablar solamente para ponerse hablar ellos? A partir de ese momento ya no quise prescindir de lo que iba ocurriendo. Como uno de esos actores de la realidad, usaría cada elemento que me tomara por sorpresa y en mitad de esas fracciones de segundo que se llevan las ausencias por reflexionar, la pillé mirando su Instagram en el teléfono celular. Nunca es lo mismo lo que nos interesa que lo que nos divierte, Elena lo sabe:lo que más me interesa siempre tiene que ver con trabajo, con lo que hago. Siempre sigo perfiles de gastronomía, bebida, etc; pero lo que más me divierte es lo que suben otros intentando ser algo que uno intuye que esa persona no es. Porque al fin y al cabo las redes sociales son una mentira. Entonces, ante un planteamiento tan lucido viene a mí la idea que, justamente Elena, me había sembrado cuando le planteé la posibilidad de realizarle una entrevista y a partir de eso escribir una semblanza que sirviera, para mostrar su sentido de la vida al más puro estilo de los Monty Python y ¡bendita sea! porque su sagacidad iba reproduciendo materialmente lo que yo solamente podía idealizar como entrevistador:
En la industria del entretenimiento (cine, novelas negras, televisión, etc.) se da por hecho que en los bares, se liga mucho ¿realmente un bar es propicio para encontrar el amor verdadero o es más un complemento de esa industria del entretenimiento?
Dímelo a mí, Omar…
No sé, cuéntanos tú que tienes ya mucho tiempo trabajando en bares ¿Cuál es el vínculo del bar con el amor?
- Bueno. Particularmente yo, nunca me he dedicado solamente a bares. Es la primera vez. Legendario es la primera vez que es totalmente un bar y ya va haber cocina; pero siempre he trabajado en restaurantes con bares. Donde lo principal es la comida y no la bebida; pero sí. Sí he visto de todo y más… respecto a ligues.
-¿De todo y más? ¿Quieres ampliar eso? Por favor.
-He visto desde cómo se acercan, como abordan a la persona hasta irse juntos. Hasta que llegaron andar y seguir. Yo te encontré a ti en un bar. Aquí en Legendario.
Sí, también identifico el dialogo anterior como trazo de romanticismo. Aunque hay muchas cosas en las que Elena admite de bromas solamente las justas y se pone seria cuando lo que toca es dar cara a la importancia de mantenerse enfocado en lo que se hace y máxime si lo que se hace es la visualización del culto alquímico de la mixología: …yo me alejé muchísimo. No sé, me desanima mucho ver en qué se está tornando lo que hacemos. Antes se sentía más orgánico, más puro. A mí me desanima, ahora me desanima.Y sí, es verdad. Sería necesario carecer de todo privilegio, para no darse cuenta de que estas y otras tantas razones pueden llevar a cualquiera de nosotros a sentir hartazgo y desasosiego. Por eso lo que asombra, no son únicamente las expresiones en forma de cocteles que Elena realiza con la voluntad de un creyente sino que se identifique en esencia, incluso a pesar de su prestigio: Me gustaría que se apreciara más todo lo que hay detrás, para generar un trago ya que hay mucho feedback y normalmente la gente no lo ve. Muy poca gente lo ve. Cuando me aplauden porque soy extrovertida… no sé, me gustaría que vieran lo que yo estoy tratando de darles y transmitirles a través de la bebida.La escucho decir eso y pienso en la incontable cantidad de personas que, llevadas a su propio terreno, se están sintiendo igual. Elena, sin duda se plantea preguntas que no tienen respuesta y que por eso mismo son las únicas preguntas que valen la pena ¿por qué estoy haciendo esto? ¿Me podré recuperar después de lo que estoy dando? ¿Quiénes son ellos? ¿Quién soy yo? Capaz de ilusionarse con un cielo rojo a cambio del cielo azul. Capaz de despreciar el color rosa; pero tener en claro que aceptaría su automóvil favorito aun en ese color. Elena es tan compleja y es tantas Elenas que tiene por pintura favorita El Aquelarre de Francisco de Goya quizá porque sueña con hacerse el hechizo de disfrutar más de lo que ya disfruta, palabra de alguien que sabe que Violeta Parra dio Gracias a la Vida* antes de suicidarse. Su dimensión y hondura hacen tanto camino que se encuentran. A mí me toma desprevenido: ¿Qué hechizo les haría? Que todos aprendiéramos a vivir el día a día como si fuera el último. Nadie lo hace, todos lo decimos y suena súper romántico; pero nadie lo hace. >> Eso responde a una pregunta mucho menor que su respuesta; pero yo tengo que volver a mirarme. Me ha descolocado. Además ¿De verdad no sabe quién es Bad Bunny? Necesito auxilio.
La pausa me reconforta y al mismo tiempo me hace tratar contra un montón de dudas vulgares: ¿Cambio mi trago? ¿Sigo con el gin tonic? ¿Es maleducado de mi parte no pedirle a Elena que me prepare uno de sus tragos? ¿Quién canta ese cover extraño de la canción Teardrop? Se te está yendo de las manos, Omar. Solo tú creerías posible que con tus aptitudes serias capaz. Ojala estuviera aquí…Emi ¡Emilia! Eso es…
Con veintidós años, Emi posee la autosuficiencia de esas personas que parecen conocer caminos y que no se explican que los demás no los sepamos. Sé de su inquebrantable sentido de la lealtad y del gran contenido de vitalidad en cada una de sus palabras. Lo malo es que apenas tengo tiempo. Necesitaría días enteros, para establecer debidamente el vínculo que se ha generado entre Elena y Emilia. Ambas trascienden el tema en común y lo convierten en un intercambio de ráfagas emocionales. En mala hora quise jugar el juego del corresponsal de guerra y no advertí lo inciertas que serían las impresiones de un hombre enamorado y más si ese hombre enamorado es un hombre diminuto como yo. Qué vergüenza. Como tantas otras veces, que me salven las virtudes de alguien más:
¿A qué sitio tienes prohibido llevar a Elena?
-(Se ríe) a ninguno. La verdad. Yo, por mí, la llevaría a todos lados.Considero que esta respuesta debería ser estudiada en todas las universidades. Un anexo a cualquiera de las materias existentes. Podría ser que tengo el entusiasmo fácil; pero siempre sentiré destacadas a las personas que viven sin tener nada escrito. Pasa lo mismo cuando le pido referencias sobre el tipo de sorpresa que podrían molestarle, alguna sorpresa sobre algo que no se le haya comentado o algo así. No lo sé, la verdad. Que yo sepa, sí le gustan las sorpresas y creo que no le molestaría ninguna. Emilia es así, proverbial. Incluso si llega el momento de evaluar, ya no las cualidades de Elena. Porque cuando es momento de exigir las cualidades que debe tener alguien, para cruzar la frontera de su confianza, Emilia tiene muy claro lo que Elena busca y da y merece. -Que sea sincera y honesta. Que le digan las cosas desde el principio, bien, y que no le mientan. Sobre todo en el trabajo. Si algo está mal, es decírselo desde el principio y ver como lo resolvemos. Le gustan las mentes que sean tan creativas como la de ella. Le gusta dificultarse las cosas. Si estamos elaborando un trago, busca primero hacer clic sin hacer las cosas sencillas… Qué mala suerte la mía, es imposible reproducir en palabras el orgullo que noto en la voz de Emilia.
Ahora es Elena quien hojea Lo Mejor de Life. Levanta la mirada y clava sus ojos en mis ojos. Sabe que no me entero de la noche detrás del huerto que custodia la terraza. Ha bajado una noche roja, una puta noche roja ¿en serio? Si no soy capaz de escribir una semblanza ¿Cómo se supone que reescriba las sagradas escrituras? Todo esto mientras intento ignorar la maldita canción de Bob Sinclair. Elena es la que sabe de tragos y un consumo sibarita equilibrado ¿por qué World, Hold On, mientras intento disfrutar de un Old Fashioned? No le hago esa pregunta, me la guardo. Se mantiene quieta, incluso parece disfrutar del enredo que adivina en mi cabeza. Va tocando temas al azar y yo voy pasando a convertirme en un mero espectador. En primera fila, sí; pero un espectador. Me cuenta que prefiere conducir estándar, que hace más interesantes las maniobras… de la vida. Incluso me hace un guiño y me regala la mentira de que ahora su ciudad, para el amor, solo es Cholula. Le han traído otro martini sucio y aunque sé que es una pregunta muy idiota, lo pregunto ¿jacuzzi, alberca, o bañera? Su respuesta es un poema y, hasta que no cambien de lugar las letras en el abecedario, es tan solo para mí. Para sus seguidores citaré de (mala) memoria que está leyendo la novela Días tan luminosos que nos dejaron ciegos (una novela de Mila Ojea)* compaginándola con El Arte de la Fermentación. Creo que es evidente que arrastro una inclinación muy limitada por la literatura y es una de mis tantas deformaciones el hecho de creer que si uno persona no es lo que hace sí es aquello que ha leído. Le pido a Elena que nos pida leer un poema -el de Guerra Señor me gusta mucho. Me marcó de niña porque, cuando lo leí, estaba en pleno apogeo la guerra entre Estados Unidos e Irak. Acaba de pasar lo de Las Torres Gemelas y era yo una niña. Ese poema me llegó muchísimo y me hacía llorar. Entonces es uno de mis poemas favoritos. >> Creo que es evidente que pido cosas que me superan y el poema que nos sugiere es una de esas cosas.
Ya sé que es muy ágil y apenas noto en su voz un cambio de tono. Ahora en lugar de empujarme, me guía. Hace uso de la ternura como quien usa las riendas en un caballo. Quiero creer que no hay nada premeditado en ella; pero ¡Joder! ¡Qué me tapien si no ha traído estratégicamente su bolso Adolfo Dominguez hasta donde estamos! Qué atractivo suele resultar aquello que pretende manipularnos: -No me gustan las cosas de don nadie. Adolfo Dominguez se me hace elegante. Es súper minimal, ya que personalmente no me gustan los brillos, estoperoles... menos es más y en los bolsos, Adolfo Dominguez tiene cosillas lindas. Elige un concepto y lo hace maravilloso. La temperatura baja; pero ni así luce vulnerable entre una de las mantas que están dispuestas entre los sillones. Por el contrario se eleva al hablar de cine. Hoy que están tan de moda los maratones de series. Hoy que la gente se pelea por contar las últimas novedades de personajes construidos a través del streaming (nótese el oxímoron). Hoy, la propia Elena que podría ser distinguida como alguien de personalidad ecléctica, prefiere guardarse. Construye un fundamentalismo desde el cual tender puentes a la realidad. El cine, asegura, le ha mostrado tanto como las propias experiencias. *Voraz, *Como agua para chocolate y *Her, son tres títulos de películas que pone por delante cuando le pido recomendarnos títulos que le hayan tomado desprevenida en su momento. Algo parecido sucede cuando le propongo jugar Words* un divertido juego de palabras creado por Andreu Buenafuente. Digo amarre, Elena responde Eterno. Digo promesa, Elena responde Dificultad. Digo ansiedad, Elena responde Tortura. Este tipo de situaciones son habituales conforme te acercas a una mente a la que lo convencional le resulta antinatural, te pierdes; pero perderse es ley de vida.
Detecto que ya está pensando en otras cosas. Mi entrevista ha perdido frescura. Se disculpa. Avisa que va a revisar algunas cosas en la barra ¿Me afecta? Sí, hubiese querido manejar mejor los tiempos. No sé si lo repetiría. Debe ser que mi cara refleja lo que estoy pensando y que me siento andar sobre una madera que une dos ventanas de edificios contrarios en un noveno piso. Enciendo un cigarrillo y al volver de mi idea, Azucena está recogiendo mi vaso vacío. Pregunta si pido algo más; pero la invito a sentarse. Justo ella reserva el secreto, para cerrar mi semblanza. Entre todos nosotros Azucena es quien tiene más tiempo de conocer a Elena y Elena confía en su hacer como en el de Elena misma. Llevado por mis intuiciones le empiezo a contar lo que estoy intentando contar y le insisto, para que me hable de la amistad que sostienen como si el paso del tiempo no pudiera tocar esa extraña manera de leerse mutuamente. Tomo como algo natural que intenté explicarme que jamás lo entenderé. Es lo que uno hace cuando se sabe dueño de un secreto. Reculo, recojo mi cable y cierro lo que antes abrí. Vuelvo a la pregunta concreta y Azucena se toma con humor mi perseverancia. ¿Has visto alguna película con Elena? ¡Sí! El capitán fantástico, buenísima. Vimos esa y una de un trio de personas, también buenísima que me gustó. Una perspectiva diferente que yo también tenía; pero no había nunca nombrado ni lo había visto. Entonces la compartimos y antes de ella no había tenido a nadie con quien compartir esa opinión.¡Gracias! ¡Qué matiz! Es verdad, nada se puede contar de forma universal sin ser antes algo particular. Sigue, Azucena sigue: He aprendido a dejar un poquito fluir lo que hay en mi cabeza en cuanto a creatividad. Porque ahora sé que sí se puede hacer realidad. A soñar. A saber un poquito más lo que quiero. A no sentirme tan única en todo, por ejemplo. Saber que puedo encontrar empatía en otras personas por que hay cosas que vivimos similares. Espejearme y ¡a huevo! No nada más soy yo, hay un chingo y notarte como parte de una colectividad. Sé que puedo trabajar con eso. Yo no soy individual. No lo sé de cierto; pero creo que Elena ha alcanzado a escuchar eso. No parece algo nuevo en sus dinámicas, más bien un viejo truco. La propia Azucena le agradece en tiempo real Gracias, Elena, por la palabra ´Preciosa´ Elena vuelve a sonreír. Como un horizonte que se alza cuando el sol regresa arrebatar su imperio a las sombras, veo que mi oportunidad de terminar por lo alto mi entrevista sigue aquí:
¿Qué recomendación le harías a la niña que un día fuiste?
Se paciente. Algunas cosas no son necesarias. Aun si todavía no lo parece, la responsabilidad te va a evitar muchas heridas. La soledad te hará sentir que estás sola y no estoy diciendo ninguna tontería. La Soledad querrá llevarte a confiar en gente en la que no debes confiar; pero tranquila. Sé que es difícil. Yo misma nunca antes lo había pensado; pero ahora ya sé que estos fueron, primero, consejos de mamá. Disfruta y ten cuidado.Lo dice estando tan presente que sin haber estado ahí jamás huelo el olor de la tierra mojada, a lo que Elena dice huele su cumpleaños. Quiero preguntarle si se lo ha pasado bien; pero me vence la vergüenza anticipada de conocer su respuesta "dos, dos" me diría o me dice. Elena elije su última pregunta y responde que no. No está satisfecha. Porque sí, del uno al diez ha sido nueve punto nueve de jodido. Muy jodido. Lo grandioso es que es ahí donde se ríe. Se carcajea. Como en un aquelarre ¿lo que suena es Uno entre mil de Mijares?
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